11 emociones que te definen como docente

Las 6 emociones básicas que debes tener presente en el aula son:

1. Alegría. Creo que hoy en día se habla muy poco en las aulas de la palabra alegría. Para mí es una emoción que se debería potenciar al máximo porque tiene un efecto tremendamente contagioso. A mí me gusta pensar al iniciar una sesión lectiva qué sentimiento es el que predomina sobre mí en ese momento. Me parece una pregunta clave porque puede determinar en parte el desarrollo de una clase. Creo que hay que tener la determinación y la voluntad para enseñar con y desde la alegría, porque es capaz de crear estados de ánimos que aumentan la predisposición al trabajo y reducen significativamente la conflictividad en el aula.

2. Tristeza. Como la alegría, la tristeza también es altamente contagiosa. Esta claro que no siempre es fácil separar tu vida personal de la profesional. Una sesión lectiva implica estar al 100% en todos los sentidos. De ahí que debas encontrar mecanismos para poder convertir la tristeza en otro estado emocional. En este sentido creo que es importante que en determinados momentos del curso escolar puedas sincerarte con tus alumnos acerca de tus emociones. Muchos docentes lo ven como un acto de debilidad. Yo lo veo como un acto de sinceridad. En mi caso debo reconocer que suele ser muy efectivo porque los alumnos suelen empatizar mucho con las emociones de los docentes. No hay que tener vergüenza de expresar una emoción. Algunos ejemplos podrían ser una enfermedad, la defunción de algún familiar… Por supuesto, hay que evitar entrar en detalles.

3. Enojo. Personalmente, creo que el enojo está directamente relacionado con la autoridad. Hay docentes que sólo entienden la impartición de una sesión lectiva desde el enojo porque creen que así su autoridad aumenta. El enojo no hace más que alejarte de tus alumnos y mermar su autoestima.

4. Miedo. Al igual que la alegría, el miedo como emoción se ha convertido en una palabra tabú para muchos docentes. Y no me refiero a enseñar desde el miedo, sino a enseñar con miedo. Muchos docentes viven una sesión lectiva desde esta emoción y es algo que se debe combatir desde el primer momento.

5. Sorpresa. Siempre la he vinculado a la infancia y a la inocencia. Hay que potenciar en el aula el factor sorpresa porque es un recurso altamente efectivo para captar la atención y aumentar la concentración de tus alumnos. De lo que se trata es de trabajar el factor sorpresa desde la creación de expectativas. La sorpresa tiene un alto valor empático y favorece el buen clima en un grupo.

6. Aversión. La aversión está directamente relacionada con el tratamiento que das a tus alumnos y por el tratamiento que das al contenido de tu asignatura. Creo que se trata de una emoción que se lleva a cabo de forma inconsciente, y en este sentido es importante reflexionar sobre la manera en que tratas a tus alumnos, sobre tu capacidad de tolerancia, sobre tus normas y sobre tus prejuicios tanto en lo personal como en lo profesional.

Las 5 emociones relevantes en el campo el neuromarketing, útiles para los docentes, son:

7. Elevación. Se relaciona directamente con la calidez y con la calma. Suele carecer de expresión facial. Un ejemplo en el aula sería la reacción ante una respuesta brillante de uno de tus alumnos.

8. Interés. Inclinación de la cabeza, aceleración del habla, contracción de los músculos de la frente. Se centra más en el conocimiento por placer que por una recompensa material. Suele contraponerse al miedo y a la ansiedad ante los desconocido. El interés es muy efectivo para rebajar el nerviosismo. Como consumidor y como docente, el interés es un excelente aliado para el conocimiento y la curiosidad.

9. Gratitud. Sonrisa e inclinación de la cabeza. En este sentido yo relaciono la gratitud con lo que denomino los actos de bondad. La gratitud es francamente útil para trabajar la resiliencia en el aula.

10. Orgullo. Leve sonrisa, inclinación de la cabeza hacia atrás, separación de los brazos del cuerpo y mirada lejana. Aunque el orgullo se relacione com uno de los 7 pecados capitales, no debe verse como una emoción negativa. Si como docente aprendes a distinguir entre el orgullo desmesurado y el auténtico orgullo, en este último puedes encontrar un excelente aliado para mejorar tu autoestima y tu autoconcepto como docente.

11. Confusión. Se trata de una emoción recurrente en el aula, pero que no debería verse como algo negativo, sino como un elemento más del devenir de una sesión lectiva. Curiosamente, se trata de una de las emociones más fáciles de identificar: ceño fruncido, ojos cerrados, labio mordido… se relaciona directamente con las emociones que tienen que ver con el conocimiento -interés y sorpresa-. Lamentablemente, muchos docentes ven la confusión como una debilidad, pero -si se gestiona correctamente- puede convertirse en un arma muy válida para establecer una mayor relación y mejor compenetración con el grupo, porque te permite interaccionar con tus alumnos y también te permite potenciar a la vez el interés y la gratitud.

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